Provincia de Zaragoza, con una historia triste, muy triste. Las ruinas del pueblo antiguo están allí, compartiendo espacio con el pueblo nuevo, como monumento a la barbarie de la que el hombre es incapaz de escapar.
El pueblo nuevo tiene el esplendor con el que se quiso reconstruir. Una iglesia espectacular, un ayuntamiento enorme, calles anchas y que intenta sobrevivir a la despoblación que caracteriza a estos tiempos difíciles para las zonas rurales. Vale la pena recorrerlo y apreciarlo en todo su valor.